En el interior de la provincia de Castellón, como en gran parte del resto de la Comunidad Valenciana, la huella de los sistemas de cultivo tradicionales es patente. A pesar del paso del tiempo, valles, llanos, y laderas abancaladas siguen en gran medida ocupados por los almendros, el olivo, la vid y el algarrobo, impertérritos a los cambios, aunque estos están cada vez más cercanos.
El término de la Vall d’Alba es un claro ejemplo del mantenimiento de esas estructuras productivas tradicionales, muestra de una época pasada en la que el agricultor estaba más ligado a la tierra y a las parcelas que cultivaba para sobrevivir. Es más, la disposición del municipio en un terreno llano y arcilloso (en una hondonada intramontana en el flanco sur de la serra d’en Galderan y atravesado por el barranc de Cabanes y el barranc de la Puebla) permitió la abundancia de dos elementos paisajísticos singulares como son las norias de sangre (impulsadas por un animal o el propio hombre), para la extracción de agua al encontrase ésta a poca profundidad, y el mas, agrupación de casas de una sola familia o varios vecinos integrada en el contexto agrícola de los cultivos de secano. El itinerario propuesto, andando y de dificultada baja, tiene en cuenta tanto el sistema de norias como la estructura del hábitat disperso del mas como elementos organizadores del paisaje, de manera que se ha dividido en cuatro sectores en los que se pueden ir apreciando las distintas unidades de paisaje y sus principales características.