El mundo rural tradicional que en la actualidad tenemos ha sido construido a lo largo de siglos por la mano del hombre. Se caracteriza por ser una combinación de paisajes dominantemente agrícolas con asentamientos pequeños de población, que todavía mantienen su carácter histórico a pesar del paso del tiempo y los desarrollos tecnológicos. Sin embargo, esos espacios se construyen sobre unas bases naturales fuertemente determinantes, tanto en el momento pretérito de su construcción, como todavía hoy mismo por la fuerza transformadora que tienen los procesos naturales.
La zona del valle del río Valleseta, en las cercanías de Alcoy, es un buen ejemplo de ello. Todo el sistema de cultivos y asentamientos de población se ha hecho sobre materiales geológicos muy frágiles, susceptibles de ser arrastrados por lluvias torrenciales cuando los suelos no tienen un manto de vegetación suficientemente denso que los proteja. Esa dicotomía entre sistemas de cultivos tradicionales de secano en ladera y erosión producida por la lluvia es perfectamente visible en la zona entre Penàguila, Benilloba y Gorga, donde se ha producido el encajamiento de los barrancos sobre materiales blandos (arcillas y margas muy solubles) fácilmente erosionables. Entre ellos, en las partes altas se ha adaptado para la agricultura una gran extensión que es compartimentada por la red de drenaje, haciendo imposible, en ocasiones, el paso directo de unos campos a otros.
Durante aproximadamente 11 km, con el itinerario que se ha diseñado, de dificultad baja, se podrán apreciar las características de los tres ambientes paisajísticos descritos: las pequeñas poblaciones, los barrancos y los cultivos de secano en ladera.