A lo largo de la historia se han utilizado los ríos no sólo para abastecerse de agua sino también como fuerza motriz para mover maquinarias, habiéndose creado una buena cantidad de construcciones y artilugios como batanes, martinetes y fábricas que respondían a especializaciones dispares: papel, tratamiento e hilado de tejidos, molienda, fraguas y, más recientemente, producción hidráulica.
En la población de Anna coincide la abundancia de cursos de agua y manantiales con una histórica iniciativa emprendedora habiendo dado como resultado una abundancia de construcciones que se adaptan a esa disponibilidad de agua como, también, a las características accidentadas de los ríos en las que se asientan.
Desde principios del Siglo XVI se ha llegado contabilizar en Anna la existencia de más de 400 elementos (posiblemente algunos de ellos se mencionan repetidamente en los distintos inventarios) relacionados con las producciones de tejidos, calderos, harinas, yesos, tejas, aceite, carpintería, cal, licores y producción eléctrica. Es en los últimos años del S XIX cuando hay una mayor abundancia de industrias, apareciendo por primera vez en 1908 las fábricas de luz, habiendo sobrevivido un pequeño número de todos esos edificios.
El itinerario que realizaremos por Anna hace una reconstrucción relacionando el paisaje con algunos de las construcciones que todavía quedan. A lo largo de aproximadamente 10 km, se visitarán las características más singulares de los barrancos y ríos de la población a la vez que algunas de las construcciones que todavía quedan en ellos.