La mayoría de los humedales de las costas de la Comunidad Valenciana son paisajes que deben asociarse a estructuras mayores con las que forman una unidad en la que destacan cuatro grandes conjuntos, como son los sistemas montañosos circundantes, la continuidad topográfica de pendientes suaves que conectan éstos con la cubeta del humedal, los ríos que, junto con los manantiales subterráneos, aportan aguas dulces y, finalmente, su conexión con el sistema marino que, además de cerrar el humedal por el mar, mantiene un flujo de agua subterránea.
Debido a la disposición de las montañas, estos humedales se formaron de manera continua en todo el litoral valenciano, desde Vinaròs hasta Torrevieja. No exentos de presiones, han sido desecados a lo largo del tiempo y sus tierras dedicadas, en un principio, a la agricultura y, más recientemente, a otros usos como los residenciales, los industriales y el turismo.
El marjal de Pego-Oliva es un buen ejemplo de ellos. Sus pequeñas dimensiones permiten identificar con facilidad los rasgos principales de estas zonas húmedas, conocidas normalmente por el nombre de marjales. Es un espacio delimitado por dos ríos de corto recorrido y aguas permanentes (Bullents al norte y Racons al sur), rodeado por montañas de pequeñas dimensiones (Sierras de Mustalla, Migdia y Segària) entre las que se encaja el humedal con distintos ambientes o subunidades: cultivos (naranjos y arrozales), lagos y prados y la franja litoral.
El itinerario, de dificultad baja (14 kilómetros caminando) se ha diseñado de manera que pueda observarse en su totalidad los cuatro grupos estructurales que lo forman, iniciándose en el contacto con la montaña y acabando en la desembocadura del Río Bullents, en el mar.